Los llamados agujeros negros son cuerpos con un campo gravitatorio muy grande, enorme.
No puede escapar ninguna radiación electromagnética ni luminosa, por eso son negros. Están rodeados de una "frontera" esférica que permite que la luz entre pero no salga. Sin embargo, los agujeros negros pueden ser capaces de emitir radiación, lo cual fue conjeturado por Stephen Hawking los años 1970. La radiación emitida por agujeros negros como Cygnus X-1 no procede del propio agujero negro sino de su "frontera" esférica.
Hay dos tipos de agujeros negros: cuerpos de alta densidad y poca masa concentrada en un espacio muy pequeño, y cuerpos de densidad baja pero masa muy grande, como pasa en los centros de las galaxias.
Si la masa de una estrella es más de dos veces la del Sol llega un momento en su ciclo en que ni tan solo los neutrones pueden soportar la gravedad. La estrella se colapsa y se convierte en agujero negro.
No estamos seguros de qué función tienen en realidad. Una de las teorías es que este cuerpo extraño puede trasladarnos de una parte del Universo a otra (ver el apartado agujero de gusano). Pero hasta hoy es imposible describir lo que sucede en el interior de un agujero negro; solo se puede imaginar, suponer y observar sus efectos sorbe la materia y la energía en las zonas externas y cercanas al horizonte de sucesos y a la ergosfera.
En junio de 2004 los astrónomos descubrieron un agujero negro súper masivo, el Q0906+6930, en el centro de una galaxia distante a unos 12700 millones de años luz. Esta observación indicó una rápida creación de agujeros negros súper masivos en el Universo joven.
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